Te ha pasado que de pronto vas caminando muy de prisa y sin
conciencia de saber hacia dónde vas y de pronto te detienes y te das cuenta que
la vida es mucho más agradable cuando avanzas lento… y piensas que llevas tanto
tiempo viviendo en la rutina que se te olvidó que podías hacer otras cosas. Es en
ese momento cuando algo te interrumpe y te impide ahondar en el detalle de cada
pensamiento relámpago que viviste en un segundo. Después de un rato decides
aislarte un poco del mundo y agradeces los audífonos que dejaste en el bolsillo
y la poca batería que le queda al celular. Comienza a sonar Smashing Pumpkins y te parece que 1979
debería repetirse hasta terminar el viaje…. Le das una vuelta y media a cada
pensamiento y buscas con desesperación un lápiz y un papel; cuando no los encuentras crees que es momento de inventar una grabadora de pensamientos, que
sea capaz de hacer lo que siempre quisiste y que nunca lograste: expresar y
recordar lo que piensas.
Luego de desactivar el orden aleatorio y dejar la función
repetición, entiendes que la vida es tal cual quieres que sea y que lo que
criticas se puede cambiar rápidamente buscando espacios que te permitan
disfrutarlo… bajándole la importancia, porque finalmente pareciera que de
verdad no es tan relevante, porque en realidad no es lo que te hace feliz.
Es después de eso es cuando decides dar un paso al lado,
buscando refugio, compañía y entretención; no lo encuentras, pero ya no te
aquejas como antes, porque sabes que puedes esperar. .. Llegas al final del
viaje y la luna menguante te sorprende, esta vez no por su belleza sino por la impresión de encontrarla ahí, sin haberla esperado; sonríes y vuelves a empezar…
ahora caminando un poco más lento, observando a los niños que juegan en la
calle y recuerdas que quizás hace poco tiempo estabas en esa posición, te
preguntas por qué cambiaron las cosas y te das cuenta que más que un problema
de edad, es una cosa de decisión y de actitud… Llegas a casa y comienzas a
abrir espacios.