domingo, 6 de junio de 2010

Gracias Diego

Existen personas a las que recurrimos constantemente. Si tenemos hambre, acudimos al panadero; si hace frío, al repartidor de gas o de leña; si queremos salir a bailar, llamamos a amigos; si buscamos contar algo bueno que nos pasó, volvemos a llamar a amigos; si tenemos pena por algo, de nuevo los amigos, cuando necesitamos algo más, visitamos a nuestros respectivos pololos o a quien se nos presente… y así sigue la lista.

A lo que voy es que de alguna u otra forma hay personas que por extraños motivos están presentes en nuestra vida; no quiero depender de mi vecina, pero es inevitable acudir a ella cuando tiene pie de limón o kucken de frambuesa para vender. Como cosa aparte, me causa curiosidad esto de siempre terminar dando ejemplos relacionados con comida… supongo que otros no se admiran tanto de eso.

Qué fome es cuando la persona a la que quieres acudir no está “disponible”. Tenía muchas ganas de hablar un alto porcentaje de los minutos de mi plan de telefonía móvil (suena top y cursi a la vez) con un amigo, pero estaba en el trabajo y no tenía más tiempo que los 3 minutos de conversación que alcanzamos a tener.

A lo que voy es que siempre dependemos de alguien, querámoslo o no. Dependemos de nuestros padres cuando niños, de nuestros jefes cuando adultos, de nuestros hijos cuando más grandes y de médicos, cuidadores de asilos y fabricantes de pañales cuando ya estamos más creciditos.

Es una lata, pero nunca somos 100% libres. Si agarro mi mochila y me voy lejos, bien lejos, al más puro estilo “Into the wild” dependeré en última instancia sólo de mí, que también soy persona… no es que tenga un problema con las personas, lo que me molesta es la dependencia, tampoco es que yo sea que bruto que independiente que soy, pero feliz de depender lo menos posible del resto.

Y cuando dejamos de recurrir a personas, pasamos a depender de cosas… ya no acudo a la gente de la imprenta, ahora dependo de mi impresora… en fin, supongo que es parte de las curiosidades de la vida, que pucha que es curiosa. ¡Salud por la vida!