Hace cerca de treinta años, la filósofa francesa Élisabeth Badinter, afirmó que el instinto maternal no existe sino que es una mera construcción cultural, que se diferencia de la animal, ya que no es automática.
Una de sus publicaciones más reconocidas es L’ Amour en Plus (¿Existe el amor maternal?) destaca por descartar factores genéticos en el instinto materno. En su obra más actual (“Le Conflit”) la autora señala que existe un estereotipo de madre, en el que se busca ante todo la perfección, se idealiza a la madre perfecta y se eleva al niño a categorías casi celestiales, sobrerresponsabilizándose y manteniendo sentimientos de culpa permanentes cuando algo les pasa.
Badinter atribuye esta situación a la crisis económica de los países industrializados, que hizo posible una nueva ideología: la escasez de trabajo y bajos sueldos llevó a mujeres a cuestionarse si se había equivocado de camino, por lo que se busca encontrar uno nuevo volviendo a las “leyes de la naturaleza”.
No sé si existe o no, pero la verdad es que coincido con varios de los planteamientos de la filosofa. Ayer pensé en no tener hijos, hoy pienso en tener muchos, mañana no sé. Exista o no, la sociedad exige que seas una buena madre, si le dices a tu hijo que te deje de molestar porque estás cansada luego de trabajar todo el día, si pasas poco tiempo en la casa o si simplemente en lugar de contarle un cuento antes de dormir prefieres salir con tus amigas, eres casi una “hija de puta” frase que -por lo demás- vuelve a culpar a tu madre.
Una de sus publicaciones más reconocidas es L’ Amour en Plus (¿Existe el amor maternal?) destaca por descartar factores genéticos en el instinto materno. En su obra más actual (“Le Conflit”) la autora señala que existe un estereotipo de madre, en el que se busca ante todo la perfección, se idealiza a la madre perfecta y se eleva al niño a categorías casi celestiales, sobrerresponsabilizándose y manteniendo sentimientos de culpa permanentes cuando algo les pasa.
Badinter atribuye esta situación a la crisis económica de los países industrializados, que hizo posible una nueva ideología: la escasez de trabajo y bajos sueldos llevó a mujeres a cuestionarse si se había equivocado de camino, por lo que se busca encontrar uno nuevo volviendo a las “leyes de la naturaleza”.
No sé si existe o no, pero la verdad es que coincido con varios de los planteamientos de la filosofa. Ayer pensé en no tener hijos, hoy pienso en tener muchos, mañana no sé. Exista o no, la sociedad exige que seas una buena madre, si le dices a tu hijo que te deje de molestar porque estás cansada luego de trabajar todo el día, si pasas poco tiempo en la casa o si simplemente en lugar de contarle un cuento antes de dormir prefieres salir con tus amigas, eres casi una “hija de puta” frase que -por lo demás- vuelve a culpar a tu madre.