lunes, 27 de julio de 2009

¿Dónde está Dios?

Queda un día para salir de vacaciones, estoy agotada y lo único que quiero es encontrar a Dios y pedirle directamente algunas cositas, pero ¿Dónde lo busco?, no lo encontré ni en la oficina ni en la micro, así que optaré por buscar en el medio que me soluciona la vida todos los días: Internet.

Pareciera ser que San Google fue la plegaria perfecta para acercarme al ser superior, ya que bastó poner su nombre para que apareciera una página completa, con muchísimas publicaciones e incluso varias de sus fotografías (no sé si es ese abuelito o esas montañas o ese mar que tranquilo me baña)… en fin.

¿Tendrá facebook también? Le preguntaré a Sor Wikipedia, quien adicionalmente me informa que Dios es un ser supremo, omnipotente, omnipresente e incluso omnisciente, Wow!; además de creador, protector, juez, salvador del universo y la humanidad. ¡Qué lindo mi Diosito!

En esta navegación descubro que también es conocido como Niskam y, sin ser egocéntrica, encuentro que suena tan parecido a Nisla.

Ahora que lo encontré, que sé quien es y conozco sus poderes me pregunto ¿Cómo lo hago para contactarlo? ¿Tendrá e-mail o página Web? ¿Algún teléfono por ahí?... ¿me podría dar su número si no fuera mucha la molestia?

Definitivamente Internet no es el lugar. Es mucho más sencillo aislarme por un segundo del mundo y darme cuenta que ahí está, siempre, en todo momento y en todo lugar.

jueves, 9 de julio de 2009

¡NO SEAI HUECO!

Hice el pequeño experimento de poner esa mini frase en la ventana de contacto de algunos de mis amigos msn. ¿La reacción? Esperada, pero de igual forma divertida.

De repente me asaltó una inquietud y quise saber qué efecto provocan esas simples palabras en un hombre cualquiera. Los comentarios fueron variados, y en múltiples casos el clásico dicho de “pasar la pelota” se hizo presente.

Me pregunto si el concepto “hueco” estará asociado inconcientemente a su virilidad, masculinidad y rudeza o más bien a un conjunto de desconocimientos unidos en una mente que les queda grande y ¡ojo! que no estoy hablando de nadie en particular y tampoco los quiero subestimar como género.

La verdad es que ninguno de mis encuestados me parece hueco, pero tampoco me sorprende su reacción. En una colmada oficina salieron 3 carcajadas de mi boca, ¡qué vergüenza! He dejado al descubierto mi locura y en pleno lugar de trabajo. Menos mal el “cuellito que se transforma en gorro” que aquí mismo me regalaron ejerció el rol de cómplice de mis desvaríos.

Mientras algunos se defendieron, otros se mostraron sorprendidos e incluso devolvieron ataques o pensaron que me había equivocado de ventana. Entre los casos más representativos destacan el de un contacto que jamás creyó que era yo quien le escribía, situación que desencadenó en un llamado por teléfono para corroborar mi identidad.

Esto no es un censo, está claro, tampoco es un estudio sociológico sobre el comportamiento de géneros, pero me parece divertido conocer -en cierta medida- la reacción de algunos con respecto a esta temática, que no deja de tocar la sensibilidad de muchos.

Huecos o no, son un conjunto de “divertidores”. Muchas gracias a todos quienes participaron.
He incluido al finalizar la página una sección titulada "Pastillas para el colón". Todos los días podrán ver una pintura nueva, acompañada de una cita. La frase de hoy me parece muy bonita, es de Johann von Goethe y la traducción al español es más o menos esta "El problema más alto de cualquier arte es el de causar por el aspecto la ilusión de una realidad más alta"

lunes, 6 de julio de 2009


No es la inmortalidad del cangrejo lo que hoy me convoca, sino más bien la necesidad imperiosa de reflexionar sobre ciertas coincidencias y hechos que se desencadenan casi mágicamente por un territorio, por un espacio.

Es algo similar al flujo circular de la renta; un acontecimiento en China, luego en Paris, Estados Unidos, Brasil y Chile… luego Arica, Valparaíso, Santiago, Concepción y Temuco. Aunque si lo pienso así, creo que más bien debió venir de Argentina. Al parecer ese marcado acento no sólo relataba una historia sino que también se presentaba como un verdadero vaticinio de la mía, mucho mejor que una lectura de tarot, impresionantemente superior a una leída al horóscopo de turno.

Inevitable no escucharlo y no por ese tonito trasandino, sino más bien por su historia, su filosofía y esa incansable forma de hacerme hablar lo que quiero decir ¿cómo lo hace? Pienso que ni siquiera él lo sabe. ¿Se dará cuenta que algo en mí cambia cuando lo escucho? ¿Sabrá que es por mí y no por él que me gusta cuando nos encontramos de forma repentina en la calle… en un pasillo, una avenida o fuera de algún edificio?

Existen personas que nos hacen sentir que somos como queremos ser y eso amerita un trofeo. El problema está cuando nos traen mensajes de vivencias que se replicarán inevitablemente en la tuya… supongo que la intensidad no es la misma, espero que la temporalidad sea otra.